Amado y Rigoberto
No sé qué año transcurría, mi familia nunca decía eso ni yo lo escuchaba, pero siempre que los familiares de mi abuela materna venían a la casa y se sentaban por largas horas a chilear y chismear salía aflorando como un Madroño en Noviembre y Diciembre, "Si Amado y Rigoberto siguieran vivos..."
Ahora, les voy a contar una historia de mi familia, tétrica como el contexto actual (2018), y cómo, de una forma horrible y razonable Amado Rojas y Rigoberto Rojas, mis tíos abuelos, siguen vivos. Antes de iniciar esta historia quiero decir que esta es verdadera, vivida y protagonizada por la familia Rojas para cuando iniciaban los levantamientos contra el régimen de Somoza en el siglo pasado, basada en hechos reales como dicen en las películas.
Hay muchos detalles que no me han dicho y algunos que no recuerdo, al rato sabrán porqué, sin embargo, lo sustancial si se encuentra en mi cabeza y en la de mi familia de manera latente como si hubieran muerto hace unos días en Sébaco, León. Es precisamente en este municipio Leonés y en otras localidades aledañas donde me presupongo que ocurrieron estos hechos a falta de no contar con la asistencia de mi abuela en este relato.
Mi familia no siempre vivió en Managua, según ellos viven aquí desde hace unos 30 o 40 años no exactos, son oriundos de la mina El Limón, un lugar cercano a Sébaco. Mi abuela, doña Martha, como muchas otras personas y familias campesinas, tuvo muchos hermanos, entre ellos, nuestros desafortunados y difuntos protagonistas Rigoberto y Amado, campesinos, hijos de la tierra, desconocidos de mis ojos más no de mi memoria, muy queridos por mis bisabuelos, mis tíos abuelos y mis tíos y tías, hoy, presionando desde el recuerdo.
Se libraban enfrentamientos contra el Régimen somocista mayormente en el área rural de nuestro país, la Revolución Sandinista en su apogeo y la Guardia Nacional asesinando jóvenes. Mi familia siempre recuerda tener que esconder a los varones para que no se los llevarán a la guerra de la cual mi abuelo hizo presencia y muchos otros miles de Nicaragüenses también. A veces los resguardaban en el monte haciendo referencia a montaña adentro porque según relatan, ni en el tejado de las casas de barro y palos se podían quedar sin que revisaran los que andaban llevando a los hijos del maíz además de que la arquitectura de las casas no tenían donde esconder a un chavalo.
Sin embargo, según lo que he escuchado de esas nostálgicas conversaciones de mi familia Amado y Rigo como cariñosamente le decían si fueron encontrados y forzados a guerrear, de qué bando, no se, sería irrelevante mencionar, guerra es guerra y se fueron. Tiempo después se le fue avisado a la familia de mi abuela Martha, que Amado y Rigoberto fueron asesinados y que sus cuerpos yacían en una morgue improvisada en el Complejo de Auxilio Judicial el Chipotle. Cuando cuestionaron el porqué de esa aberrante noticia los mensajeros que portaban la notificación alegaron que tanto Rigoberto como Amado estaban acusados de traición por conspirar contra el bando con el cual guerreaban.
Ante esta trágica y desconcertante noticia, y con el dolor desgarrador de haber perdido no solo un hijo, un hermano, o tío sino dos, un dolor que solo se puede comparar al de las madres y familiares de nuestro Abril, Mayo y Junio actual (2018) Fue así como mi abuela Martha salió del seno de su pueblo ante el llamado a reconocer los cuerpos en el Chipote ubicado en el centro de Managua y retornar con los cuerpos de sus dos hermanos para culturalmente brindarles cristiana sepultura. No me imagino la confusión en los sentimientos de mi abuela al serle presentados dos cuerpos desfigurados que no eran sus hermanos. No eran Amado y Rigoberto. Y así pasó, sin volverlos a ver y sin tener la certeza o noción de encontrarles.
Muchos años después, o sea, hoy, en esta actualidad correspondiente a la época de represión política ejercida por el régimen orteguista, Amado y Rigoberto sin querer devuelven el terror en el corazón de mi familia y en mi de perder a un integrante, haciéndonos a todos entrar en una paranoia y en un temor que parece interminable como los días del gobierno Ortega-Murillo.
Tengo miedo de que como a muchos otros jóvenes y personas que difieren de los actos gubernamentales seamos aprisionados, torturados y asesinados, tengo miedo de salir de la casa, mi familia ni a la venta quiere dejarnos ir a mi y a mi hermano si no vamos con ellos, sonaría tuani en otro momento pero cualquier pretexto para salir es bueno, más salir de este miedo va a ser difícil. Por otro lado, el miedo no es nada comparado con la impotencia que siento al no ayudar a mis hermanos de patria y libertad en tranques y manifestaciones a causa del temor, me siento culpable por no hacer presencia por el miedo a que me maten dejando en vilo nuevamente a mi familia, a mis amigos y mi novia. Así viven Amado y Rigoberto en mi y en mi familia.

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