poema

Anda el pobre hijo de puta siempre,
caminando por las desturcadas calles de su barrio
con una estúpida botella de licor en su mano,
tan estúpida que ni siquiera está llena,

No tiene como seguir ahogando sus penas,
le está doliendo el ser no poder seguir bebiendo guaro,
porque su familia lo abandonó,
o no lo sé, perdón...

Porque abandonó a su familia,
porque no fue criado bien por su padre,
porque nunca tuvo el amor de su madre,
porque lo único que aprendió con ellos fue violencia.

Ya sus harapos llenos de barro y lagrimas,
están tan vivos y descoloridos como él,

La gente que lo rodea, no es gente
son solo bocas que mueven labios y que con sus voces
le resuenan insultos e improperios que no se le dicen,
no se le dan ni a un perro amurriñado,
nada más un alma samaritana lo baña cada tanto.

El no quiere otra oportunidad, el quiere morirse,
morirse acompañado de la pachita;
la pachita que compra con muchísima suerte
y que se bebe de un solo vergazo;
no otros días, no comida, tal vez con suerte tan solo un cigarro,
desgraciado, solo come a veces de la mal misericordia de los otros.

Ya ni siente el guaro,
solo le pasa por la garganta y lo entume
ya no quiere ni el mango verde para pasarlo
no le importa el sabor, él solo quiere olvidar.

No puede abandonar al único amigo que le devuelve el privilegio de no saber nada,
de no pensar en todos esos episodios trágicos de violaciones, golpes y gritos,
que le hicieron conocer, sus únicos saberes de una familia,

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